sábado, 28 de junio de 2008

Dia del padre


Vales Padre

No se a ustedes, pero como padre, padre los que se dice padre, a mi no me cayó el veinte sino hasta el día en que mi hija nació.


Todos los meses del embarazo de mi esposa, sus nauseas y malestares, sus dolores y preocupares a mi me pasaron un tanto inadvertidos (dirán ustedes ese jijo de la …., pero no me apedreen, no me fusilen, hasta que termine mi historia).


Una tarde con el ginecoobstetra, nos mostró el cuerpecito "in útero" de mi hija, el lento, parsimonioso movimiento de sus bracitos y piernitas, los raudos latidos de su corazoncito, escuchamos el ruido ese del fluido al pasar por el cordón umbilical, el ir y el venir de la sangre en la depositaria de la mitad de mis genes, mi esposa y yo estábamos entuisiasmadisimos… yo por la tecnología que nos permitía ver y oír los movimientos y los sonidos de un nuevo ser humano.


Si que vales padre me dirán ustedes, como es posible que te entusiasmes mas por la tecnología que por tu propia hija, pero es que la tecnología me permite ver el milagro de la vida, ante la vida me quedo pasmado, estático, petro, y apendej…., lo de la tecnología lo entendía bien pero, pero … lo de la vida, me deja como mamut en el desierto helado, ¡congelado!.

¡Vales padre! Seguirán diciéndome ustedes….

¿Pero haber, quien de ustedes es la o el valiente en explicarme, como si fuera un niño de cinco años, que es la vida y dejarme totalmente satisfecho con su respuesta?

El día en que mi hija nació ese si fue el día en que valí padre, después de ver a Catalinita, de saber que todo había salido bien, me fui de volada, ¿que digo de volada?, me fui como de rayo a buscarla, cuando la vi por vez primera, valí padre, no encuentro palabras para describir mis sentimientos de felicidad, de emoción, de contento, de preocupación, de angustia, de temor, de una infinidad de sensaciones y sentimientos que chocaban unos contra otros en mi mente, en mi corazón, en mi pecho, en todo mi cuerpo, solemos decir en México que: " me cayo el veinte", cuando algo entendemos, pero nada de eso, a mi me cayo la locomotora con sus consecutivos 100 carros de ferrocarril, uno tras otro con prisa y sin pausa.

Reí, llore, volví a reír y volví a llorar, con mi hija en mis brazos y pegada a mi palpitante pecho, y desde ese día, no antes, si que valí y valgo padre y de eso ténganlo por seguro estaré orgulloso de mi hija y de ser el padre de mi hija, hasta mucho tiempo después de mi muerte.

Muchas gracias Carlia, por ese placer de ser padre... aunque valga padre.

4 comentarios:

Itz Ramírez dijo...

bu me hicist llorar :(

ahora etoy moqueé y moqueé por tu culpa :'(

Anónimo dijo...

Que bonito Relato.. eso son momentos muy valiosos mi querido Amigo, gracias por compartirlo.
un abrazo y un beso

Remo dijo...

Yo aún no sé lo que se siente ser padre, pero ha de ser bien padre.

Saludos atrasados.

El Zórpilo.

Loco_Ver dijo...

Exacto, hasta que no lo tienes en brazos no "te cae el veinte" lo mejor que me ha pasado en la vida es haberme casado, porque de ahí ha surgido todo lo demás ... Saludos mi estimado!