Que mas se puede desear por dos pesos II
Seguramente debe de haber tantas historias como pasajeros hay muchas de ellas inenarrables otras con certeza maravillosas, y todas ellas viajan juntas o se esconden en el metro a lo largo del día y de sus vías; no falta algún desconocido que te dirija la palabra, intempestivamente y sin prisa pero sin pausa te abrevien el tiempo de llegada a tu estación, tampoco faltan ni la chica guapa que se digne a mirarte y tal vez coquetear un poco contigo a través de las miradas, ni el cantante ciego tratando de emular a Vicente Fernández o a Juan Gabriel, ni los acróbatas "drugos" que se maceran la espalda en una cama de vidrios rotos, ni los violentos que se enojan por "quitarme estas pajas", o lo latosos y ruidosos vende bara bara de discos piratas del artista del momento y que ponen esa canción de moda a un volumen que si la pusiera así en mi trabajo, me echan a patadas de ahí con todo y experimentos, ! toco madera y cuero de burro ¡, no me puedo imaginar afuera de la catedral metropolitana con una jaula repleta de ratas nefríticas ni con mi microscopio a un lado buscando quien me de chamba de científico loco.
Seguramente debe de haber tantas historias como pasajeros hay muchas de ellas inenarrables otras con certeza maravillosas, y todas ellas viajan juntas o se esconden en el metro a lo largo del día y de sus vías; no falta algún desconocido que te dirija la palabra, intempestivamente y sin prisa pero sin pausa te abrevien el tiempo de llegada a tu estación, tampoco faltan ni la chica guapa que se digne a mirarte y tal vez coquetear un poco contigo a través de las miradas, ni el cantante ciego tratando de emular a Vicente Fernández o a Juan Gabriel, ni los acróbatas "drugos" que se maceran la espalda en una cama de vidrios rotos, ni los violentos que se enojan por "quitarme estas pajas", o lo latosos y ruidosos vende bara bara de discos piratas del artista del momento y que ponen esa canción de moda a un volumen que si la pusiera así en mi trabajo, me echan a patadas de ahí con todo y experimentos, ! toco madera y cuero de burro ¡, no me puedo imaginar afuera de la catedral metropolitana con una jaula repleta de ratas nefríticas ni con mi microscopio a un lado buscando quien me de chamba de científico loco.
Con frecuencia a la entrada de metro distribuyen periódicos gratuitos o folletos de propaganda y que de mano en mano viajan hasta terminar de alfombra en los vagones, tampoco falta el sujeto que con disimulo alarga, como tortuga, su cuello para leer el periódico del vecino, ni el limosnero que te quiera extorsionar delicadamente diciéndote que por no robar mejor pide una monedita o de perdis una sonrisita. He visto a personas darle un moneda y todavía decirles que tienen cara de niño bueno, si ese es un niño bueno yo soy entonces un arcángel: El arcángel San Polycarpio, casi virgen y santo, y azote de los residentes de especialidad que no hacen bien su trabajo (el del laboratorio ¿he?, y no el de la clínica, el Gregorio Casa (Gregory House) estaría encantado de mí.
En el metro he escuchado historias que rayan en lo catastrófico y verdaderamente tristes hasta eventos hilarantes, ¿y como evitarlo si los sujetos en cuestión, lo están narrando a un costado tuyo?, así me enterado del embarazo de una chica antes de que lo sepa su novio, o del pepenador que tiene una bronquísima para reunir 200 pesos, "No, no son veinte ni cincuenta, son doscientos pesos, los que me hacen falta" le decía un apasionado pepenador a su dulcinea que mas bien en esa ocasión se parecían al personaje de doña Hermelinda (pero sin estar tuerta) y a su fiel ayudante don Chento (o algo así).
Continuará…